Todo lo que se manifiesta no es más que la conciencia tomando esa forma; nada es más sagrado que ninguna otra cosa.
Cuando percibes la belleza, no es más que la conciencia con esa apariencia; cuando percibes algo repulsivo, también es la conciencia en esa fachada.
Para alcanzar el paradigma en el que percibas todo como una expresión plena de tu naturaleza esencial tendrás que ejercitar el discernimiento.
En esta práctica meditativa, te propongo recibir todas las sensaciones y percepciones por igual. Sin excluir nada. Es un viaje de treinta minutos en que combino movimiento y quietud, introversión y extroversión, silencio y vibración con el fin de aunar los opuestos en el equilibrio.